La ola de calor que se ha instalado en Madrid durante el mes de julio no da tregua. Emmanuel y Alberto, de 14 y 12 años, pasan la mañana jugando al conocido juego de cartas ‘Uno & friends’. Las risas y bromas propias de su edad se entremezclan en la divertida sala donde se encuentran, en la que modernos robots, como recién sacados de un videojuego, protagonizan la decoración. Cualquiera diría que están en una sala de cómics o de juegos, pero nada más lejos de la realidad: los dos chavales están en pleno tratamiento de diálisis en el madrileño hospital de La Paz.
Cada día reciben la terapia once niños y esta Unidad de Diálisis del Servicio de Nefrología Infantil realiza al año cerca de 2.000 tratamientos a enfermos renales. La diferencia ahora es que las estancias han sido totalmente remodeladas y decoradas de una manera moderna y acorde con la edad de los usuarios, con el fin de mejorar su estado de ánimo y calidad de vida. Y junto a la suya, la del personal sanitario y de los familiares que les atienden y acompañan.
El proyecto ha sido llevado a cabo por Carburos Metálicos, a través de su división Carburos Médica, y por la Fundación curArte, dentro de la iniciativa solidaria ‘Nos mueve la ilusión’. Ésta surge “con el fin de estar del lado de nuestros clientes, empleados y colaboradores, pero sobre todo de las comunidades en las que estamos presentes”, ha explicado el director general de Carburos Metálicos en España, Francesco Maione.
La eficacia del tratamiento mejora
El objetivo de este tipo de proyectos, por su parte, es “humanizar áreas hospitalarias donde hay niños con enfermedades de larga duración”. Y es que, ha asegurado, “sabemos que hay una relación muy estrecha entre el estado de ánimo de un niño y la eficacia del tratamiento”. Algo en lo que ha coincidido la supervisora de la unidad, Pilar Aparicio, quien ha resaltado que “cuanto mejor están los niños, mejor aceptan el tratamiento y es más efectivo”.
En cuanto a los beneficiados, muestran su entusiasmo con el novedoso decorado. Emmanuel Carlos, con sus 14 años, afirma que “los primeros días estaba un poco triste y aburrido, pero ahora lo paso bien, es animado y divertido”. De hecho, comparte el rato con Alberto, quien cuenta que “jugamos a las cartas o al Monopoly, o leemos”. Aparicio explica que “solemos agrupar en un turno a los niños más pequeños y en otro a los mayores, para que sea agradable y tengan compañía acorde a su edad”.
El objetivo es que “el niño, durante el tiempo que está ingresado, se encuentre como en casa”, apunta por su parte el subdirector gerente de La Paz, Javier Cobas. En definitiva, contribuir a mejorar el cuidado y atención al paciente pediátrico humanizando el entorno sanitario; algo que, en este caso, sin duda se ha cumplido.
Nuria Martín Sanz / Imagen: Cristina Cebrián. Madrid
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