Fuente: Es tu sanidad, 27/7/ 2015 .Marcos Domínguez. Madrid
Mientras nos extienden una receta en la consulta, o cuando adquirimos las medicinas en la farmacia, médico y farmacéutico nos suelen hacer recomendaciones que ya suenan a clásicas: “Tómatela después de las comidas”, “que sea en ayunas”, etc. Sin embargo, los efectos de los alimentos que comemos sobre la medicación es algo a lo que los investigadores no prestaron demasiada atención hasta hace relativamente poco.
Un ejemplo: un estudio de 2012 señalaba como, desde 2008, el número de reacciones identificadas de medicamentos con el zumo de pomelo casi se triplicó. Los científicos llevan descubiertos más de 300 casos de efectos indeseados causados por las interacciones entre alimentos y fármacos. Por suerte, solo un 10 por ciento puede revestir cierta gravedad.
“Los fármacos que más frecuentemente provocan interacciones son los que tienen una dosis terapéutica –la que se utiliza en la medicación habitual– más cercana a la dosis tóxica”, explica a Es Tu Sanidad Carmen del Campo, vocal de Alimentación del Colegio de Farmacéuticos de Ciudad Real. Puede ser el caso de fármacos para la diabetes o para la tensión, anticonceptivos orales y medicamentos que actúan en el sistema nervioso.
“Hay un riesgo de ineficacia”, continúa la farmacéutica, “que el alimento esté disminuyendo la absorción del medicamento y, por tanto, éste no hace efecto”. O puede pasar que el alimento consiga que el cuerpo absorba más cantidad de fármaco de la habitual, “apareciendo los efectos tóxicos”.
La experta advierte: no hay alimentos ‘prohibidos’ en general, pero sí hay algunos que es necesario evitar si se está tomando un medicamento concreto. Por ejemplo, la tetraciclina, un antibiótico que “no se puede tomar con derivados lácteos porque tiñe los dientes”. O el zumo de pomelo, un clásico de los estudios de interacciones entre alimentos y medicinas: evítelo si toma aspirinas (produce acidez), estatinas para controlar el colesterol (puede provocar descomposición de las fibras musculares) o medicamentos para contra el rechazo de trasplantes (incrementa su nivel en sangre y, por tanto, sus efectos secundarios).
En el lado contrario están aquellos fármacos que se deben tomar con un alimento específico. Por ejemplo, los complementos de hierro necesitan vitamina C, por lo que se suele recomendar que se tomen con zumo de naranja o kiwi. O los medicamentos para la osteoporosis, “deben tomarse con agua de mineralización débil”, algo que depende bastante de la zona geográfica, por lo que a veces el agua del grifo no sirve.
CUIDADO CON LOS MAYORES
Del Campo explica que son los ancianos los que tienen mayor riesgo de sufrir un efecto no deseado por efecto de su alimentación, por varias razones. Primero, porque suelen tomar más de un medicamento, por lo que las posibilidades de interacción se multiplican. Y segundo, por su posible malnutrición: “Si un anciano vive solo, su dieta es monótona, lo que puede estar afectando a cómo absorbe los medicamentos”. Es por eso que los últimos estudios sobre estos efectos se están centrando en ellos.
Al ser un tema extenso y variado, la farmacéutica de Ciudad Real no se atreve a dar un consejo más allá de evitar la automedicación y consultar las dudas al médico o farmacéutico. Pero sí considera que esta cuestión debería estar más presente en el profesional sanitario, debiéndose habilitar un apartado de la historia clínica para especificar los hábitos alimentarios del paciente. No obstante, se muestra positiva ya que “ahora la sociedad está muy preocupada por el tema de la nutrición, y hay más conciencia: cada vez más gente pregunta en la farmacia sobre estas cuestiones”. Dado que nuestra dieta es cada vez más variada, “con muchos alimentos exóticos que antes no tomábamos”, hay trabajo por delante.