A través de estos años, conforme íbamos realizando talleres y cursos con diferentes colectivos y grupos de personas, nos dábamos cuenta por sus reacciones y manifestaciones de la importancia que tiene el humor en la lucha por sobrevivir a situaciones adversas, entre las que se encuentran el dolor, la enfermedad y el sufrimiento. El humor actúa muchas veces proporcionando un respiro, un desahogo de la angustia, un sentimiento de que todavía hay vida en nosotros y de que aún podemos decidir qué hacer con ella. Hemos visto que el humor es un recurso efectivo para afrontar de forma positiva situaciones que amenazan nuestra estabilidad emocional. Si nos podemos reir de cuestiones que generalmente causan ansiedad y tensión, nos sentiremos menos amenazados y tendremos un dominio de la situación. El humor es un mecanismo de supervivencia porque ayuda a recontextualizar la perspectiva, impulsar la adaptación positiva al cambio forzoso, gestionar la ansiedad, neutralizar el horror del trauma, proporcionar distancia y saber relativizar las situaciones para poder aceptarlas y afrontarlas. Por otro lado, el humor incide directamente en el bienestar del enfermo, ya que desvía la atención al dolor, modifica la percepción de éste, disminuye la tensión muscular y ayuda a estimular el deseo de vivir engendrando esperanza.

En principio todas las personas; Como suelo decir, todo humano con riesgo de enfermar. Cuando una persona enferma es capaz de hacer una broma y reir de alguna situación dolorosa, realza los sentimientos de autoestima, lo que por lo general representa un cambio significativo en la visión de si mismo y de sus circunstancias. La terapia humorística más valiosa y efectiva consiste en ayudar al enfermo a que pueda adoptar una actitud humorística ante la vida con el propósito de reducir su aflicción emocional, obtener un mecanismo de defensa adaptativo y maduro, obtener perspectiva, proporcionar conexión y cercanía, generar cambios en las creencias acerca de si mismo y también de un cierto grado de sensación de superioridad, muy útil para el afrontamiento positivo. “Quién ante la pérdida de un dedo, busca remedio a la vez que valora el hecho de disponer de los nueve que tiene sanos y disfruta de ello, éste ha aprendido a vivir gozosamente en medio del dolor”. Cuando alguien está muy enfermo, frecuentemente permitimos que la enfermedad desplace a todo lo demás. Tendemos a olvidar que, además de su enfermedad, hay otras cosas. Si podemos compartir unas risas, podemos sentirnos más iguales. Sin embargo tenemos que reflejar que el humor debe limitarse en los momentos muy serios, transcendentes, con fuerte dolor emocional y en situación de crisis.

Decía el cómico Bill Cosby que “si uno es capaz de encontrar humor en cualquier situación podrá sobrevivir a ella”. A nivel personal, lo que intento a diario es dar la vuelta a cualquier situación adversa, ver oportunidades en vez de amenazas; ser realista mirando las puertas que se cierran y sentir en la medida justa el consiguiente enfado, tristeza, rabia u otras emociones, y digo en la medida justa para evitar el riesgo de poder quedar enganchado o atrapado en ese sentimiento negativo. Luego sonrío e intento imaginar cosas agradables, busco también lo absurdo y ridículo de la situación y me río y con ese buen estado de ánimo busco y casi siempre encuentro las oportunidades que me brindan esas puertas cerradas. Es asombroso. Esto se consigue con un entrenamiento continuo hasta que, sin apenas darte cuenta, un día lo ves convertido en hábito y ya no cuesta esfuerzo. Generalmente lo que nos suele causar malestar no es tanto el acontecimiento real, sino cómo nos relacionamos con él. Para que podamos encontrar humor en las situaciones hay que tener una predisposición mental hacia ello, y esto requiere de cierta flexibilidad física, mental y emocional. También se puede entrenar.

Otra buena recomendación que procuro ejercitar es el sonreir mucho, aún sin ganas. Me hace sentirme bien y además tiene eco, es muy contagioso. La observación también es importante en el día a día, dirigir la mirada hacia lo positivo de la vida, hacia lo agradable, buscando ocasiones de disfrute, de risa. Tengo varios y variados objetos que ido sumando a lo largo de los años que me ayudan a conectar con el humor, la risa o simplemente la sonrisa cuando la situación es dura, difícil, o cuando no hay ganas ni de qué reir o sonreir; son cosas sencillas pero de gran valor si se saben utilizar adecuadamente. Y algunas veces también practico la sonrisa interior y/o la conexión con nuestro payaso interior, esa parte auténtica, sincera, primaria, genuina que hay en cada uno de nosotros. Tengo varias frases en mi disco duro mental acordes a las diferentes situaciones que se pueden presentar, recurro cuando lo necesito y me las repito muy consciente; por ejemplo, una de las que me repito cuando siento que la situación se me está apoderando es: ¿esto es realmente importante?. Y pienso en ello. La idea es conseguir reconducir las tensiones, los sentimientos y emociones a través de un cauce positivo, alegre, optimista, realista y esperanzador. Si uno consigue regular su humor y establecer estados de buen humor, la relación con los demás, con su trabajo, con la vida, es mucho más fácil y agradable.

Llamamos así a un tipo de humor que conlleva una perspectiva Consideramos el Sentido del humor Constructivo como un mecanismo de afrontamiento y esperanza ante la adversidad, una respuesta de adaptación positiva que sabe reirse de lo que rodea las situaciones, aliviando el estrés, elevando los ánimos y sirviendo de válvula de seguridad para descargar tensiones. Sin embargo, la habilidad para identificar las situaciones potencialmente cómicas en las adversidades, de reaccionar o apreciar humor, no es suficiente en si mismo para una buena efectividad del humor. Lo que tiene una verdadera acción positiva es el humor activo, es decir, la habilidad de producir humor. El sentido del humor constructivo como elemento de Resiliencia nos posibilita encontrar el punto medio entre la tragedia y la comedia. Al destacar los elementos incongruentes e hilarantes de una situación, se promueve un tipo de pensamiento divergente que implica una mayor capacidad para encontrar respuestas originales y soluciones innovadoras. El humor nos situa entre, por un lado, la incongruencia y absurdos de la vida y, por otro, la confianza en ella. “La imaginación consuela a los hombres de lo que pueden ser; El humor de lo que son”.

Es un Modelo de acción formativa para el desarrollo del sentido del humor, el entrenamiento de la risa y la activación de la sonrisa como rasgo personal y en su relación con los aspectos psicosociales del ejercicio profesional. Se emplea un Método basado en el conocimiento teórico, en la reflexión consciente, en ejercicios prácticos, en acciones vivenciales y en pautas para hábitos. El objetivo es alcanzar a las personas a través del humor constructivo, un pensamiento más abierto, flexible y creativo, a través del cual fluya la imaginación, la intuición, el ingenio y la adaptación positiva a los cambios, lo cual genera sentimientos de alegría, estima y placer y estimula a su vez pensamientos y actitudes positivas, comportamientos y conductas estables, relaciones óptimas y emociones ajustadas. Y todo desde y con el disfrute y la alegría.

La primera razón es que esto del humor, la risa y la sonrisa, funciona muy bien para lidiar de una manera saludable e inteligente con la vida. Llevamos doce años trabajando con diferentes grupos sociales y colectivos profesionales, por lo que tenemos recogida mucha experiencia a nivel de aplicación del humor y de su efectividad. Pensamos que era el momento de plasmarlo en un Manual para que muchísimas más personas pudieran conocer y hacer uso de estos recursos y herramientas tan saludables para un mayor dominio y calidad de vida. Otra razón importante es que, dado que soy enfermera y conozco este mundo, quería brindar a estos y otros profesionales sanitarios la oportunidad de introducir la mirada humana desde la alegría, desde lo positivo y esperanzador, en su hacer y en su relación terapeutica. Si, como bien digo en el libro, pueda parecer en un principio que vaya dirigido a la enfermería y otras profesiones relacionadas con la salud, será también de gran utilidad para otros profesionales que deseen aplicarlo en su trabajo, así como para cualquier persona que quiera profundizar en el conocimiento de los fundamentos y aplicación del humor. Los numerosos ejercicios prácticos facilitan también su aprendizaje.

Hemos trabajado con muy diversos grupos sociales: niños, juventud, asociaciones de mujeres, adultos en general, tercera edad, cárceles..., y con diferentes colectivos profesionales, especialmente en educación y salud. Si hay que hablar de perfil, diríamos que hay más presencia de mujeres que de hombres y que, por lo general, las personas buscan recursos de efectividad rápida para, como suelen decir de una manera sencilla, “aprender a caminar más alegres por la vida”. Es decir, aprender a vivir con buen ánimo no solo “a pesar” de lo que me pasa, sino “con” lo que me pasa. Y cuando realizamos cursos para colectivos profesionales los objetivos van dirigidos al aprendizaje de la utilización del humor como instrumento y/o herramienta profesional.

En la mayoría de los casos, en su inicio, hay una respuesta muy positiva, de sorpresa y admiración; cuando uno se hace consciente de este importante, cercano y valioso recurso, hay un sentimiento de alegría. ¡Vaya lo que encontrado, estaba ahí y sin saberlo!. Y luego manifiestan deseos de aprender más, de profundizar, de aplicar. Las personas se sorprenden también de la propiedad que tiene el humor para cambiar al instante pensamientos, sentimientos y emociones; de la activación y energía que aporta y de la estabilidad que genera en los estados de ánimo. Hay que decir también que sobre un 5% abandonan el curso. Hay personas que no conectan, y esto ya se manifiesta en la primera sesión, otros abandonan por razones varias. A nivel profesional, hay mucho interés en su función y aplicación.

Es cierto que tenemos muchas anécdotas divertidas, alegres, pero las más emocionantes y/o reconfortantes son aquellas vividas con personas en situaciones más vulnerables. Una de las que recuerdo con especial cariño sucedió en una residencia de ancianos, en la que trabajábamos con un grupo de unas 40 personas, unos válidos, otros menos y otros prácticamente nada... A a veces venía algún familiar para acompañarles durante la sesión, les gustaba. Era la quinta sesión y a Pedro (no es el nombre real) le acompañaba siempre su hija. Era un anciano en silla de ruedas, con un cuerpo inmóvil y sin expresión en su cara. Aquel día reímos mucho, Pedro nos miraba y comenzó a hacer muecas con su cara hasta terminar con una amplia sonrisa que mantuvo durante el resto de la sesión. Su hija se emocionó mucho, nos comentó que llevaba 4 años sin ver sonreir a su padre. En las siguientes sesiones se le vio disfrutar. En la cárcel también hemos tenido experiencias muy gratificantes.

En primer lugar que dejemos a un lado el sentido del ridículo, algo que tiene que ver con la autoestima, con darnos demasiada importancia, con el dogmatismo, con el miedo a perder la posición. Decía el principito (A. de Saint-Exupéry) sobre el farolero: “Es el único que no me parece ridículo, quizás porque se ocupa de otras cosas y no de si mismo”. Que incorporemos un humor más autoconsciente a nuestro curriculum. Reir, reir con los otros, porque cuando lo hacemos somos mucho más tolerantes, comprensivos y amables. Murray Banks dice que “el ser humano no puede vivir sin reir, seguramente la vida lo destruiría”. Reirnos de nosotros mismos, de nuestras grandezas y debilidades, de nuestros aciertos y fracasos, de nuestras posibilidades y limitaciones. Ethel Barrymore dijo: “Comenzamos a crecer el día en que nos reímos de verdad de nosotros mismos”. Buscar ocasiones y situaciones para jugar. El humor se desarrolla generalmente en un contexto social de juego. A veces, el juego puede darnos el valor necesario para ser quienes queremos ser. Ejerce de liberador. Saber pararnos para observar la vida desde el humor, lo que significa, ver lo absurdo, paradójico, ridículo, incongruente, efímero de nuestra pretensiones, del mundo y de sus reglas.

Tomar distancia de los problemas para poder verlos en sus diferentes perspectivas. De esta manera disminuye la pasión y hace que podamos cambiar el enfoque y la actitud. El humor no ríe del problema, sino de las situaciones que se generan a su alrededor, y se ríe para poder eliminar lo que no sirve y así afrontar lo esencial. Ejercitar la imaginación de forma positiva, seguir nuestra intuición, ser creativo. Un gerente de una agencia de publicidad decía que cuando la gente no se divierte, raramente produce, y que el más creativo suele ser siempre el más divertido. Hacernos dueños de nuestras decisiones. Leí un relato de un hombre que decía: - Cada mañana me despierto y me digo a mi mismo: hoy tienes dos opciones, puedes escoger estar de buen humor o estar de mal humor. Y escojo estar de buen humor. - Cada vez que sucede algo malo, puedo escoger entre ser una victima o aprender de lo sucedido. Y escojo aprender. - Cada vez que alguien viene a mi para quejarse, puedo aceptar su queja sin más, o puedo señalarle el lado bueno de la vida. Y elijo señalarle el lado bueno de la vida. Todo en la vida es cuestión de elecciones.

Muchísimas gracias, Mª Isabel, por compartir en nuestro blog tus conocimientos y opiniones sobre el humor y su esencialidad en la vida. El libro de Mª Isabel Riezu puede ser consultado y comprado a través del siguiente enlace: "Del ojo clínico a la mirada humana": http://www.bubok.es/libros/221707/DEL-OJO-CLINICO-A-LA-MIRADA-HUMANA